La aceleradora de empresas Safor Valley, componente de la recientemente constituida Cátedra de Innovación Campus de Gandia, apostó por cuatro jóvenes a los que reclutó desde del Centro de Emprendedores del Campus.
El vivero de Safor Valley está a punto de dar su primer fruto. Es deseos, una «start up» que, como su propio lema indica, «mide el duende que tienen las marcas con los usuarios en sus publicaciones o campañas de marketing». Se trata de una herramienta que, en resumen, analiza el funcionamiento de las páginas web de las empresas así como sus fortalezas y debilidades y ofrecen consejos para que aumenten su visibilidad en buscadores como Google. También muestra quienes son las personas relevantes que han enlazado a esa página web en concreto.
Esta empresa está formada por Alberto Talegón, Sergio Guerrero, Antonio Pérez y Pedro García. Todos ellos iniciaron este proyecto en el centro de emprendedores del campus de Gandia. «Jose Vicente vino a ver si había algún proyecto interesante, le presentamos la idea que estábamos desarrollando, le gustó y aquí estamos», explican, cuando están a punto de comercializar ya el producto.
«Para nosotros ha supuesto la oportunidad que necesitábamos porque si no estaríamos diseñando páginas web o haciendo posicionamiento para empresas», apuntan.
Son licenciados en informática, telecomunicaciones y dos que han estudiado un grado superior en informática. La herramienta que han elaborado va dirigida, sobre todo, a corporaciones que cuenten con un departamento de márketing o a agencias cuya principal actividad sea la de poner en valor las marcas. «Somos conscientes que será complicado porque nos enfrentamos a un desconocimiento o barrera tecnológica entre el producto y la mayor parte de empresas», apuntaron.
Actualmente llevan siete meses trabajando en el proyecto y afrontan la última fase del proceso con mucha ilusión. Tienen clara la estructura de la empresa aunque, según dicen, «todo puede ir cambiando dependiendo del volumen de clientes que tengamos», señalan.
Están enchufados al cien por cien como lo demuestra el hecho de que, un segundo después de acabar la entrevista, abren sus portátiles y se ponen a trabajar.
«No hay tiempo que perder».