Utilizando el algoritmo ADNe en los alumnos de diferentes grados universitarios, el cual trabaja de forma predictiva en todo lo relacionado con el comportamiento, ya se anunciaba que un 76% de los alumnos no estarían dispuestos a soportar situaciones de alto estrés en sus carreras profesionales. Este dato es muy revelador, pero la sorpresa saltó cuando dicho porcentaje se elevó hasta un 91% si la empresa contratante era una PYME y se redujo hasta un 57% cuando se trataba de una multinacional.
Resulta evidente que a los jóvenes les gusta trabajar bajo “su” presión sin imposiciones aparentemente caprichosas.
Además, resulta paradójico que estén dispuestos a soportarlas y a asumirlas cuando se trata de una empresa reconocida, donde el dueño ni aparece ni se le espera.
Una lectura clave es que estas empresas saben “vender” la recompensa a esa dedicación extrema alimentando el ego del novato a través de su marca corporativa. Digamos que hay un acuerdo no escrito en el que los recién llegados tienen más aguante a cambio de “curriculum”. En cambio, parece ser que las empresas medianas y pequeñas no compensan ese sufrimiento resultado de posiblemente las mismas o incluso, menores exigencias.
En el primer caso, los novatos se mimetizan rápidamente con el ambiente, ya en el lenguaje, ya en la imagen y en su forma de vestir, transformándose en obedientes “soldados” uniformados. ¡Haga una prueba! Dígale a su hijo que baje a comprar el pan… Le dirá que no puede… En cambio si en su trabajo le planifican una semana al estilo la Vuelta Ciclista a España, verá que hasta le hace ilusión.
En este tipo de empresas prestigiosas, existen normas no escritas en las que se permite resoplar fuera de las instalaciones. ¿Dentro? Mejor que no. Podría ser contagioso. En cambio, en muchas PYMEs se premia a aquel que más resopla en su puesto de trabajo.
Lo cierto es que no se trata en absoluto de resiliencia sino más bien de un pacto; un pacto con el diablo o con el demonio. ¡A elegir!
La verdad es que nos asaltan algunas dudas; grandes como el Universo. ¿Los jóvenes son unos vagos? ¿Las empresas se aprovechan de la desesperación de dichos jóvenes para apretarles las tuercas hasta que revientan? Pero a mí, personalmente, me preocupa la siguiente pregunta… ¿Porqué se les falta el respeto a los jóvenes de esa manera tan escandalosa? Creo que sabe a lo que me refiero… Salarios que únicamente dan para comer cacahuetes; esas tareas que nadie (veterano) desea realizar; ese descrédito cuando se equivocan… lo que le decía, un falta de respeto. Por eso, los jóvenes marcan sus límites, y eso está muy bien.
Quizás se trate de que en el periodo universitario no se haya completado el ciclo de generación del denominado “Talento”.
Ese ciclo que comienza en el Autoconocimiento para seguir con la Autoaceptación continuando con la propuesta de Desarrollo, Retroalimentación, Análisis y Neuromodulación; para marcar el paso a la necesaria Evolución continua de dicho talento… Y vuelta a empezar…
Posiblemente tengamos que trabajar diversas habilidades (Soft Skills) muy relacionadas con la gestión de las emociones, de las incertidumbres, del estrés e incluso, del fracaso.
Parece ser que las nuevas generaciones ya vienen con su propia opinión al respecto, lo cual genera un choque cultural y ambiental de difícil resolución que va conformando una nueva realidad social muy similar a las transformaciones epigenéticas moduladas por el ambiente.
Cierto es que las empresas se están adaptando rápidamente a estas novedades sin querer perder su legítima orientación al beneficio. Sin duda, las grandes corporaciones han tomado la delantera atrayendo al talento más inquieto al generar un ambiente adaptado a sus necesidades. En definitiva, compañías que se han tomado en serio eso de las “Habilidades Blandas” porque se han dado cuenta de que las nuevas generaciones son exigentes en cuanto a la calidad del trabajo a desempeñar.
Ojalá la estadística fuera que un 76% de las empresas no ejercieran presión innecesaria hacia sus empleados, los cuáles no tendrían necesidad de aprender a resoplar…