Testimonio de la visita del director de la Cátedra de Innovación UPV al Ecuador durante la Pascua 2023

TESTIMONIO DE VISITA A ECUADOR. PASCUA 2023.

«Me quedo con la enorme cruz de la UTPL que alumbra los lugares más recónditos del Ecuador con el progreso y los valores humanos que sus profesores saben transmitir a cada uno de sus alumnos, con cariño y cercanía, porque en sus manos está el futuro del Ecuador»

Ahora que el avión levanta el vuelo y veo Guayaquil desde el cielo me viene el sabor del cacao fino de aroma; el ruido ajetreado de las gentes del malecón, donde antaño el olor a madera húmeda se mezclaba con las semillas del cacao, y con el sudor de los marineros y de los obreros que construían los galeones en el astillero más importante del Pacífico. Me queda el sabor de la cocina manabita, la que disfrutaban aquellas familias gran cacao en sus mansiones del centro de la ciudad, las mismas que presumían en París, orgullosas del Ecuador, de tener el mejor cacao del mundo. Me queda la humedad en la piel, la calidez de sus gentes abiertas al mundo, como lo somos todos los que vivimos en la cercanía del mar, y olor al salitre junto al cementerio del amor eterno, de espaldas al Pacífico, frente a las Islas Galápagos.

Cruza el avión las nubes y un rayo de sol me rompe el pensamiento. La luz nítida me lleva a Quito. Allí los colores son puros, parece como si Dios hubiera empezado desde lo más alto a dibujar las ciudades del mundo. A veces se le ve asomándose entre las nubes, entre colores azules deleitándose con su ciudad de la mitad del mundo. Me falta el aire, pero cuando levanto la vista la Virgen del Panecillo me devuelve el aliento para continuar y desde el Sagrado Corazón uno se siente cerca de todos los ecuatorianos que hay en el mundo. Me queda el contraste entre los modernos bulevares y la herencia colonial, el brillo de los quiteños, que aman a su país y buscan el progreso y la excelencia, y su saber escuchar; y el lento caminar de sus indígenas, que con sus corazones grandes cargan los frutos de la tierra fértil que la naturaleza les ha regalado.

Y en la duermevela del vuelo de regreso, mecido por los vientos que me llevan de vuelta a mi España querida siento el rumor de los ríos que cruzan el valle recóndito donde se asienta Loja. Parece como si Dios hubiera dibujado el valle con su dedo para separar el Pacífico del Atlántico. Es el lugar donde las cuencas de los ríos y los vientos toman caminos diferentes. Allí está Loja, presidida en un lado por sus molinos de viento que giran y giran sin parar, en el otro lado por su universidad que siembra el valle de conocimiento y en el centro el agua que fluye de la montaña al mar. La magia de Loja está en que sus aguas, sus vientos y su conocimiento llegan a todos los rincones del país. Me quedo con la enorme cruz de la UTPL que alumbra los lugares más recónditos del Ecuador con el progreso y los valores humanos que sus profesores saben transmitir a cada uno de sus alumnos, con cariño y cercanía, porque en sus manos está el futuro del Ecuador. Y me queda el sabor de su gastronomía y de su delicioso café, pero sobre todo la bondad de sus gentes que, entre aquellas montañas y bosques nubosos, me contagiaron su felicidad en la tarde del Domingo de Pascua.

Gracias María Isabel, María Gabriela, Paola, Christian y Estefanía de UTPL en Loja y gracias a todos los que no menciono por su nombre pero que ya formáis parte de mi vida.

Gracias Silvia, Camilo, Carlos, Ruth y Carolina de UTPL y EDES en Quito. Gracias Pedro, amigo mío.

Gracias Mauricio de UTPL y Holbach y Raul de cámara de turismo por vuestra hospitalidad en Guayaquil.

Gracias Claudia, Bonnie y Lender por regalarme las historias del pasado de Guayaquil, por arrancarme las lágrimas contemplando ese maravilloso arte que custodiáis con tanto mimo; por mostrarme lo más genuino y auténtico del pueblo ecuatoriano, aquello que os hace únicos.

Gracias a todos, me habéis hecho sentir como en casa.

Ya lejos de allí, desde la ventanilla el azul Atlántico, inmenso, me hace pensar en lo poco que conozco del Ecuador, en lo mucho que me falta por aprender y tengo la certeza de que quiero volver para disfrutar con tiempo de su cultura, su patrimonio, su naturaleza y sobre todo del cariño y hospitalidad que irradian sus gentes.

José Marín-Roig Ramón
Sobre océanos.
16 de abril de 2023


PATRONOS DE LA CÁTEDRA: