Hablar con Amparo Miret es conocer la historia del turismo en los últimos 50 años. Y es que lleva toda la vida dedicada al sector. Miret ama su trabajo. Ha conseguido evolucionar y adaptar su negocio la agencia Viajes Gandia a los nuevos mercados y tecnologías, sin perder de vista la clave de su éxito, el factor humano.
ANA LLOPIS. Gandia, junio de 2018
50 años dedicada al turismo, toda una vida.
Sí, desde muy pequeña cuando teníamos representaciones de compañías alemanas y suizas. Mi padre tuvo mucha visión y desde muy pequeña ya nos puso un profesor de inglés. Con diez años ya lo chapurreaba, cosa que entonces era algo fuera de serie. Con 13 años subía a un autobús y hacía de guía. Ahora eso sería impensable. Pero tuve buenos padres y quisieron que fuese una mujer completamente realizada.
¿Cómo ha evolucionado el turismo desde entonces?
Al principio era un turismo de pandereta. Teníamos personas serias que contrataban aquí, pero el producto para el viaje se hacía de forma un poco improvisada. Organizábamos excursiones a Gata, Jávea y Dénia, otro día a Benialí a comprar, otro día de fiesta a Benidorm…pero eran ofertas poco estudiadas, las programaban desde Alemania, ellos se divertían con ese tipo de actividades. Pero no era un producto serio con historia, consciente de lo que tienes y lo que tienes que ofrecer. Salíamos del paso, los turistas venían, compraban, dejaban dinero y llenaban los hoteles.
Actualmente son las nuevas tecnologías las que marcan el sector, ¿cree que acabarán sustituyendo a las agencias tradicionales?
Hay que darle la vuelta a las cosas. Para una persona como yo que soy mayor y me jubilaré en pocos meses, sí que es verdad que a veces el cambio te puede hundir porque piensas no estás preparada, pero lo que sí sabes es detectar. Tienes la psicología de muchos años de trabajo, amas mucho tu trabajo y piensas cómo no va a morir. En un primer momento, cuando salen las nuevas tecnologías y páginas web buscas un socio tecnológico, él se aprovecha de ti y tú de él, se produce una simbiosis. Pero ahora esto ya está desfasado porque estos socios tecnológicos quieren comerse tu trozo de pastel, por lo que tienes que preparar una página web con un producto propio y estar asociada a un gran grupo de compra de agencias independientes.
Los grandes grupos pretenden comprar las pequeñas agencias, pero en realidad te dan migajas de pan.
Yo soy orgullosa y además tengo la suerte de estar rodeada de un grupo de gente muy profesional que se ha ido adaptando. Nosotros ahora estamos en este punto, creando una página web con producto propio donde se nos conozca. Internet ha abierto campo de trabajo especialmente entre el público joven. Se han socializado los viajes, lo que es muy bueno para abrir la mentalidad. El soporte electrónico nos permite ampliar la venta. Tengo clientes en toda España porque confían en nosotros. Es la confianza que trasmites, estar al día, solucionar problemas… si sabes utilizar internet, dar calidad y contar con buenos profesionales, es un aliado.
Sí que es cierto que la globalización ha provocado que grandes grupos se carguen a la pequeñas agencias pero no ofrecen un buen servicio. Con la industrialización, también se pensó que se acabaría con puestos de trabajo, ahora ocurre lo mismo, hay que formarse, adaptarse y ofrecer calidad, además de especializarse. Nosotros estamos especializados en aéreo y grupos.
Una persona de a pie no puede cambiar un billete de avión en 10 minutos. Nosotros sí.
Por eso seguimos teniendo clientes. A veces llegan aquí con ofertas que han visto en internet y nosotros se las mejoramos. Seguro que esa persona nos recomendará, hace mucho el boca a boca y la gente joven vuelve de esto modo a las agencias. La venta se hace más interactiva. Hay que ser lo suficientemente inteligente como para adaptar los tiempos antiguos a los modernos sin ser intransigente. El cliente tiene derecho a buscar y nosotros de mejorar aquello que ha encontrado.
Se les ve un equipo muy motivado ¿cuál es el secreto?
Es muy importante la interactuación entre el equipo: compartir ideas, cómo nos sentimos… porque todo el mundo tiene días buenos y malos. Estamos motivadas y les doy todas las posibilidades a mis trabajadoras para conciliar con su vida familiar: hago los turnos para que puedan llevar a sus hijos al colegio, si alguna me pide por ejemplo estar sus hijos por la tarde y recogerles, pueden hacerlo… ojalá lo hubiese podido hacer yo porque tengo cuatro hijos y he tenido una señora en mi casa 24 h aunque también he estado muy encima de ellos y tengo la suerte de que son todos fantásticos.
En esa época que una mujer estuviese tan volcada en su vida profesional era una excepción, ¿alguna vez sufrió algún tipo de obstáculo para desarrollarse como mujer empresaria?
Yo simplemente me dedicaba a trabajar. También es cierto que me case con un hombre bastante moderno en este sentido. El es físico y cuando le conocí es su piso de estudiantes, él y sus compañeros se encargaban de las tareas del hogar. Aunque sí tengo una anécdota.
Cuando me casé únicamente éramos dos mujeres directoras de agencia en la Comunidad Valenciana,
y nos invitaron a un evento a Málaga. Ese día mi marido me preguntó que por qué quería ir a ese viaje, y yo le respondí que igual que él iba a congresos yo iba a ese tipo de encuentros. Lo entendió. Los 8 de marzo, los vivimos las mujeres cada día y hay que saber responder. Pero la verdad no me he sentido ni más ni menos y además tenía a mi padre que fue el pionero, y creó esta agencia pensando en que así podría darnos trabajo a mi hermana y a mí. Él lo vería como una cosa fina, una mercería, en la que una trabajaría por la mañana y la otra por la tarde, lo que no pensaba es que no nos íbamos a conformar con eso (ríe). Estudiamos turismo, empezamos a abrir negocio y llevamos a nuestros maridos y nuestro padre de cabeza. Mi hermana ya se ha jubilado pero yo mientras tenga salud, ilusión y ganas de atender estaré en mi trabajo.
Por último, háblenos de las figuras del guía. Sus habilidades sociales pueden conseguir que un viaje sea todo un éxito o un fracaso, ¿qué habilidades necesitarían?
Empatía. El cliente tiene que sentirse cómodo y saber que tiene un profesional. Ni muy listo, ni muy tonto, ni muy animador sociocultural. Hacerse respetar y saber qué quiere el cliente. Es un trabajo bastante duro. Tienes que jugar a tres bandas profesionalidad, que no te tomen el pelo, tu carácter y que todos queden contentos.