Marta Sambrizzi es fundadora y directora de Gente de La Safor, primera revista de información local, de distribución gratuita, que se publica desde diciembre de 1985. Desde sus inicios, en los que el proceso era totalmente analógico y casi artesanal, la innovación ha sido una constante, adaptándose a la entrada de nuevas tecnologías y medios, diferentes escenarios políticos y sociales.
¿Mi primera impresión sobre Marta? Le tuve que parar los pies porque cuando le llamé para proponerle la entrevista, que transcribo más abajo, ofreció hacerla en ese mismo momento.
Tanta inmediatez me pareció divertida y ella reconoció que, cuando trabajar con la actualidad como materia prima es tu trabajo, los temas caducan en tiempo récord, y más cuando tenemos el Coronavirus sobrevolando nuestras cabezas.
Finalmente, quedamos para el día siguiente por videoconferencia, ¡qué remedio en tiempos de confinamiento!
A continuación, encontraréis la conversación que tuvimos el 1 de mayo. Como suele suceder, más que una entrevista es una charla con alguien que tiene una larga carrera llena de obstáculos.
Informar durante una pandemia mundial.
Buenos días, Marta, no puedo evitar empezar por preguntarle cómo están viviendo el Coronavirus en la revista.
Se está haciendo muy duro, sobre todo porque estos últimos días he empezado una sección de esos héroes anónimos. Me refiero a la gente que no se ve porque no sale como los políticos, pero están al pie del cañón, por ejemplo, a un chico que conduce ambulancias, un médico, la jefa de voluntarios de protección civil y lo que cuentan me quiebra en las entrevistas. Hay momentos en los que no puedo seguir hablando porque sientes tanta empatía, con las miradas que ellos están viendo de gente asustada, de gente pidiendo auxilio cuando van a buscar a un enfermo a su casa, cuando llevan comida a casas en las que están en situación de vulnerabilidad y que salen los niños como si hubiese llegado Papá Noel y ¡es arroz lo que les llevan! Es duro.
Por otra parte, lo estoy viviendo mal porque las fake news surgen a cada momento y pierdo muchísimo tiempo en ser investigadora, en no creerme nada de lo que me llega y eso está haciendo que mis jornadas sean interminables.
Esa era mi siguiente pregunta…En estos tiempos en que la información es tan abundante y circula rápido, ¿no crees que el trabajo de los medios es más complejo?
Sí, porque te llega una información y empiezas a contrastar: hablas con la Policía, con Sanidad, o desde Salud Pública te dicen que hay tantas personas en la UCI, tantas en planta, y a los 5 minutos te llega un WhatsApp de gente que te dice que los datos que tú has difundido son mentira porque conoce a alguien que está en el hospital y dice que no es así. Y vuelta a empezar a contrastar para identificar si es cierto o no. Yo que al inicio pensé: ¡qué voy a hacer sin Cultura, sin Deportes, sin Política, se me caerá la página web!
Los lectores también andamos muy desconcertados por los diferentes datos y enfoques que nos llegan por múltiples vías. ¿Cómo lo habéis notado?
<< La información es inmediatez y estar pendiente todo el día del móvil y del ordenador>>
El tema es que, muchas veces, puedes publicar un dato y la gente te lee al otro día y entonces te desmiente. Por eso lo que pido es que miren los horarios en los que se cuelga la información porque es importante, de la mañana a la tarde cambian los datos.
El lector ha tenido que identificar qué medio le dice la verdad y también creo que esta crisis ha logrado que los lectores sean más conscientes y no abran todos esos vídeos de gente desconocida que te dice, por ejemplo, “yo soy el distribuidor y he visto naves llenas de mascarillas y no las quieren vender” o “yo soy un médico muy afamado de Estados Unidos” …. Y me pregunto quién comprueba quién es el médico afamado.
La historia de Marta Sambrizzi.
Ha llegado el momento de hablar sobre ti. Marta, cuéntame quién eres: dónde naciste, cuándo y por qué llegaste a España y, más concretamente a Gandia, si tienes familia, cómo fue el nacimiento de Gente de La Safor…
Ufff. Trataré de resumirte. Yo nací en Argentina, en una provincia limítrofe con Chile, en la cordillera de Los Andes, llamada San Juan. A finales de 1984 mi exmarido me propuso venirnos a España porque él era de Gandia. Después de la Guerra Civil Española, mis suegros se fueron para allá con él pequeño y se quedaron. Allí le conocí, tuvimos tres hijos y cuando él me propuso venirme a Gandia fue un shock porque yo pertenezco a una familia italiana muy unida y la verdad es que me costó mucho. Soy la pequeña de tres hermanos muy mayores y la única mujer. Emigrar fue un duro golpe para mi familia y también para mí, me costó mucho adaptarme, pero aquí estaba toda la familia política. Había muchos primos-hermanos que me acogieron, me arroparon, y me sentí como en casa desde el primer momento. La verdad es que Gandia me encantó, aunque sí es cierto que he llorado mucho porque es muy difícil el desarraigo.
En la parte profesional, soy profesora de preescolar, que allá era una carrera universitaria con mucha psicología infantil y aquí había una sola guardería en la que me presenté con mi título, pero no hubo caso. Los meses iban pasando y estaba desesperada y mi marido, que era periodista, vio que aquí solamente estaba Radio Gandia y me propuso abrir un semanario. A mí me pareció una locura porque no tenía experiencia previa. Y bueno, como somos las mujeres, echadas para adelante, acepté y en diciembre de 1985 sacamos la primera revista con muchísimo esfuerzo.
En esa época, que una mujer estuviese tan volcada en su vida profesional era una excepción, ¿Encontraste en tu trayectoria desde 1985 alguna dificultad por ser mujer? ¿alguna que no hubiese tenido un hombre?
La verdad es que no me he sentido nunca discriminada ni como extranjera ni como mujer.
Y eso que en esos momentos no había mujeres en los medios de comunicación, solo algunas locutoras de radio a las que tengo un cariño inmenso, como son María Ángeles Moreno o Rosita Orquín, ya retiradas.
Podría decir que mi mayor dificultad por ser mujer era compaginar mi vida laboral con la familia. Mis hijos han aprendido a ser muy independientes porque yo no podía acompañarlos a extraescolares y se iban solitos. Me hubiera encantado poder estar más presente como hacen ellos ahora con mis nietos, pero no se podía, eran otros tiempos.
Empecé con idea de echar una mano, pero me fui metiendo cada vez más y desde entonces he maquetado yo siempre la revista de manera autodidacta. Por el método de prueba-error, hay que pensar que la maquetación en aquellos tiempos era mucho más costosa.
¿Cómo compaginaste tu vida profesional con la personal?
Yo tengo 3 niños y, sin madre y sin suegra (vivían en Argentina) que me echaran una mano, fue muy duro. Muchas veces tengo en el corazoncito que tenía que haber dedicado más tiempo a mis hijos, pero era eso o salir adelante. Tuve la suerte de poder adquirir en la misma planta donde yo vivía otro piso y monté ahí la empresa de manera que tenía muy a mano a los chicos para controlar las llegadas del colegio, los deberes… y así lo fui llevando.
¿En 35 años, qué momento destacarías como el más difícil de tu carrera?
He tenido 3 momentos difíciles.
Uno fue cuando dimos el paso de convertir el semanario en diario, en una especie de tabloide. Tras las inundaciones se anularon todas las publicidades, editamos 10 números y tuvimos que volver al formato inicial porque fue imposible continuar el proyecto, un proyecto iniciado con mucha ilusión.
Otro fue por problemas políticos. Un exalcalde de Gandia nos cortó las alas publicitariamente. Hubo una presión muy fuerte y nos quedamos sin ninguna entrada económica cuando nosotros vivíamos de la publicidad. Fue un momento muy difícil. Cuando ya no podíamos más y decidimos cerrar, hubo un grupo de lectores que dijo “no podemos perder ‘Gente’ porque son los únicos que nos están informando de lo que está pasando y de lo que se está haciendo en Gandia. No tengo palabras para agradecer a ese grupo de personas que empezaron a movilizarse y cada uno aportaba lo que podía: 10, 50, 300€… Entonces propusimos hacer participaciones, que todos los que se involucraran fueran socios, pero no quisieron. Querían que siguiéramos nosotros al frente de la empresa, entonces hacíamos reuniones para mostrarles las cuentas, creía que era necesario y lo correcto. Durante año y medio nos mantuvieron los lectores, gente de todos los colores políticos y también gente apolítica, que confiaban en la información que estábamos dando.
El tercer momento, diría que hasta dramático fue la crisis de 2008, fue muy duro, porque estábamos saliendo de la censura impuesta. Teníamos mucho personal con los que estábamos muy unidos. Lloramos todos cuando nos despedíamos, tuvimos que prescindir de gente muy válida, con un gran ambiente de trabajo y tirar adelante sin ellos.
Finalmente, en 2017, tuve un problema de salud en los ojos. Mi exmarido se jubiló y me vi obligada a dejar la empresa inactiva. En enero de 2019 la reactivé y acá estoy.
¿Y el momento más dulce?
El sentir el apoyo de la gente cuando vinieron mal dadas. El reconocimiento de la gente que hemos comentado antes, a cambio de nada.
Que creyeran en ‘Gente’ fue el momento más bonito, fue maravilloso. Y de esos lectores me han quedado unos amigos espectaculares.
El vuestro es un sector en el que la innovación juega un papel muy importante porque tenéis que ir generando alternativas a la manera de trabajar habitual para adaptaros. En este sentido, los medios de información han experimentado en los últimos 35 años cambios verdaderamente transformadores y se ha ido reinventando una y otra vez ¿qué ajustes que hayáis tenido que hacer en Gente a lo largo de más de 3 décadas destacarías?
Muchísimos. En mis inicios el editor de textos no era un ordenador tal y como lo conocemos ahora. Era un monitor con una pantallita donde veías 20 caracteres. Si te equivocabas, no podías volver atrás para corregir ni comprobar lo escrito, por lo que tenías que llevar un control perfecto de la redacción. Cuando acababas de redactar, tenías que darle a una tecla para poner tamaño, tipo y justificación. Eso salía en papel fotográfico para montar las galeradas y, si había errores, tenías que desecharlo todo y volver a empezar. Era un trabajo artesanal.
Más tarde llegaron los ordenadores y, aunque fue difícil aprender, lo recuerdo como una maravilla. La llegada de las cámaras digitales fue otro avance … ¡qué maravilla!
He vivido una transformación impresionante en este sector, y lo que viviré.
Emprendimiento y nuevas generaciones.
¿Qué cualidades crees que debe tener una persona para ser emprendedora como tú?
Sobre todo, mucha ilusión y echarle horas. La formación es importante, pero sin ilusión ni esfuerzo en horas, no salen las cosas, hace falta mucha determinación.
¿Qué le dirías a alguien que quiera empezar en el mundo de la información a nivel local?
Quien se inicie ahora en esto debe tener muchos anhelos, ánimo y confianza porque es una profesión que hoy es muy difícil. La verdad es que el mundo editorial está muy castigado. Ahora las empresas lo están pasando muy mal y no pueden invertir en publicidad. Igual que me está sucediendo a mí, les pasa a los demás medios, esto va a traer una crisis muy grande para el sector y contratar gente va a ser casi imposible.
Lo cierto es que con Marta hablarías mil horas. Tiene una vida que parecen tres. Una carrera profesional en la que la toma de decisiones tiene gran protagonismo. A lo largo de su vida ha diseñado herramientas y estrategias para conciliar vida profesional con la familia, su bien más preciado.
Después de hablar con ella veo que Marta es un espíritu emprendedor. Lo suyo es una historia de iniciativa, tenacidad y compromiso que no solo aplica al mundo de la comunicación y su empresa, sino también a asociaciones, ONG y proyectos centrados en los demás con los que colabora.
Ahora tiene otro reto inmediato: sobrevivir a la crisis de publicidad provocada por la pandemia del Covid-19. Ella lo afronta como todo: con esfuerzo y dedicación.